Galatea


De esa sangre adorada
aprende al menos a ruborizarte
por tu ciega crueldad,
porque yo, con salvaje determinación,
para vengar a mi amado,
te aborreceré y me alejaré de ti para siempre.
Y tú, padre mío,
haz que la sangre de ese infeliz cadáver,
víctima de una muerte cruel,
se transforme en un fresco río;
haz que cuando llegue al mar estremecido
lleve como ofrenda
un dulce y tierno deseo de amor,
y allí, para mi dolor,
yaciendo muerto sobre las desnudas arenas,
lo amaré y lo estrecharé entre las aguas.

*Galatea*

No hay comentarios:

Publicar un comentario