Paranoia, un canto


Ya no puedo salir.
Hay un hombre junto a la puerta
con impermeable
fumando un cigarrillo.

Si suena el teléfono sólo hay aliento de muerte.

Bajo la lluvia, en la parada del autobús,
negros cuervos con negros paraguas
simulan mirar sus relojes, pero
no está lloviendo. Y no tienen ojos.

En la habitación que hay sobre la mía, una vieja
ha montado una succión eléctrica en su suelo.
Se lleva rayos de mi instalación eléctrica
y ahora escribo a oscuras
al replandor del letrero del bar.

Escribo que lo sé.

Puedo verle desde aquí.

Su cigarrillo brilla
por encima del cuello de la chaqueta
y por alguna parte hay un hombre en el Metro
sentado debajo de un anuncio pensando en mi nombre.

El pequeño restaurante equipado con suelos parlantes
y la camarera dijo que era sal, pero yo conozco el arsénico
cuando me lo ponen delante. Y el gusto amargo de la
[mostaza
para encubrir el amargo olor de las almendras.

He visto extrañas luces en el cielo.
Anoche, un hombre oscuro, sin rostro, se arrastró nueve
[kilómetros
de recorrido de alcantarillas para salir en mi wc, esperando
oír mis llamadas teléfonicas a través de la endeble madera
con orejas de cromo.

Os lo digo, oigo.

Vi las huellas embarradas de sus manos
sobre la porcelana.

Tienen muestras de escritura
y examinan las vueltas de las pés
y las cruces de las tés.

Ya no contesto al teléfono
¿ya lo había dicho?

Se proponen inundar la tierra con mierda.
Se proponen penetrar a la fuerza.

Tienen médicos que
abogan por extrañas posturas sexuales.
Fabrican laxantes con droga
y supositorios que queman.

Saben cómo apagar el sol
con explosivos.

Yo me envuelvo en hielo...¿lo habia dicho?
Evita sus infralcances.

¿Tomará sal con la ensalada?

¿Les dije que ya no puedo salir?
hay un hombre junto a mi puerta
con un impermeable.

S.K.

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