Visitantes de dormitorio


Ayer volvieron a visitarme.
Les escuché. Andando por el pasillo.
hacia la puerta de mi habitación.
Musitando en un lenguaje extraño.
Me tapé la cabeza.
Pero entraron, y les sentía ahí. Cerca.
Respirando.
Entonces, tiraron de mi manta.
Y les ví.
Les vi en la semioscuridad de una noche de luna clara.
Azulados, con la tez blanquecina.
Mirándome, mirándose, poniéndose los guantes de látex.
Con ese ruido plástico que ahora sé porque
no puedo escuchar sin ponerme a llorar.

Las primeras veces lo hacían silenciosamente.
Mientras yo dormía.
Se deslizaban sobre sus extraños
cubre-pies de plástico. Y me miraban en la oscuridad.
Durante mucho tiempo.
Debatian sobre el proyecto.
Mientras yo dormía.
Eso sé ahora.
Porque lo único que sabía tras sus visitas
era lo que dejaban en mí.

O lo que me quitaban.

Recuerdo aquella mañana en la que desperté
con la almohada llena de pelo.
Mi pelo.
Me habían rapado la cabeza. Y lo habían dejado todo
lleno de mechones de mi oscuro cabello.
La cama, mi boca, el suelo.
Me volví loca.
Pero no dejaron pasar mucho tiempo,
no querían que pensara que me lo había hecho yo mísma.
Ese no era el plan.

Después fueron las uñas.
Me dejaron sin ninguna.
Supongo que usaban somníferos en spray.
O quizás algo más sofisticado.
O puede que el clásico cloroformo.
Pero lo que hicieron con mis uñas debía doler.
Y así fue, vaya si dolió.
Cuando desperté con mi propio alarido,
el dolor era tal que no sabía de dónde provenía.
Cuando al fin me miré las manos me desmayé.
No, en aquella época no solía tener buenos despertares.

Luego vino lo peor.
Me quitaron la identidad.

Desperté sobresaltada. Bañada en sudor.
Y al parpadear, el dolor craneal
explotó en miles de luces blancas.
Corrí al baño. Busqué con una mano temblorosa
el interruptor de la luz.
Y allí estaba mi nuevo yo.
La que me miraba desde el reflejo
en el espejo era otra persona.
Hinchada, amoratada, llena de puntos...
pero había otra nariz, otras orejas, otra boca.
Me cambiaron hasta el color de ojos.
Lo que dicen que es « el espejo del alma »
ya no era el mío.
Con mi mano sin uñas, odiándo aterrorizada mi cabeza calva,
destrozé en decenas de trozos el espejo, que seguía devolvíendome
esa terrible visión de otro ser en cada uno de los pedazos.
De igual modo se rompió mi mente.

Cuando empecé a dormir en la institución
dejaron de venir.
Pensé que allí, al fin, estaría segura.
Todos pensaban que lo estaría.
Siempre creyeron que me lo hice yo.
Todo.

Y casi lo creí yo también.

Al cabo de cinco meses,
pude volver a cerrar los ojos sin ayuda de drogas.
Casi les olvidé.
En mis sueños les veía. Por supuesto.
Siempre azulados, sonríendo eternamente.
Cambiándome sin ningún escrúpulo. A su antojo.
Sin obtener ningúna resistencia por mi parte.

El sonido de los guantes de látex que usan
los enfermeros que me inyectan medicinas
me sigue volviendo loca.
Usan las correas porque ya están avisados.

No les olvidé.
Ellos dejaron en mí, miedo y locura.
Cada paso, click o parpadeo de tubo fluorescente
me desvelaba.
Nunca pude dormir mas de tres horas seguidas.
Sentía « tictics », patitas de araña reptando en los rincones.

Ya no me dejo crecer el pelo.
Me gusta así. Corto.
Y mis uñas han crecido. Ahora me las como.
No se como es mi cara. Nunca volví a verla.
No se quién soy.
Pero para que supiera, ellos volvieron.
Sin disimulos. Haciendo ruido.
Ayer mísmo.
Y nadie me ayudó.
Esta vez me hicieron algo en el cerebro.
Lo hicieron conmigo despierta.
Notaba instrumentos fríos allá adentro.
Les notaba el aliento caliente.
Y no noté dolor.
Pero las lágrimas rodaban por mis mejillas.
Las noté saladas en la comisura de mis labios.
Fué tan agradable.
Ahora sólo puedo escribir,
Me he levantado con esa necesidad.
He gritado durante horas que quería un lápiz.
Un miserable rotulador.
Al final he optado por la sangre.
He escrito cosas con mis muñecas
por toda la pared acolchada.
Cosas de loca.
Al final me han tirado un cuaderno medio gastado
y un carboncillo.
Para que dejara de hacer la guarra.
Ahora escribo esto. Y dibujo mis miedos.
Mi nuevo yo no puede dormir, sólo quiere hacer.
Dejar constancia de los cambios, dejar constancia, cambios...
mostrar quien soy, quién soy, ¿soy quien?... mostrar quién.

Y ellos...¿Volverán esta noche?...sino es hoy...
será pronto, hasta entonces...
esperaré sin temor, sin dormir, el nuevo cambio.

LK


...Esta noche solo quería calorcito...
...para no estar sola y hacer estas cosas tan feas...

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